Desafíos e incertidumbre

Por Olga Pellicer

Este análisis se publicó el domingo 16 de octubre de 2022 en la edición 2398 de la Revista Proceso.

Son muchos los focos rojos en lo que será, según los observadores internacionales, un “invierno del descontento”. Sin embargo, las circunstancias cambian muy rápidamente y es imposible tener certeza sobre cómo se podrá aminorar, o incrementar dicho descontento.

Tres situaciones llaman la atención por la influencia que pueden tener en la marcha de los acontecimientos. La primera se relaciona con la guerra en Ucrania. Ha tenido lugar un serio agravamiento de la misma por diversos motivos: el 7 de octubre, el puente que conecta la península de Crimea con el territorio ruso sufrió un atentado terrorista que lo dejó seriamente dañado.

Se trata de una vía de comunicación de 20 kilómetros de largo para el tránsito de ferrocarril, camiones de carga y automóviles que es considerada un punto estratégico para consolidar la pertenencia de Crimea a Rusia. Los daños causados, que son grandes, tienen diversos tipos de consecuencias. 

En primer lugar, constituyen un serio agravio para Putin quien, según relatos de prensa, lo atravesó por primera vez manejando un camión y tocando el claxon para saludar a los cientos de participantes que asistieron a la ceremonia de inauguración el 15 de mayo de 2018.

En segundo lugar, los obstáculos para transitarlo dificultan el abastecimiento a las tropas rusas que están resistiendo la ofensiva ucraniana en los territorios que han conquistado en el sureste de la región del Dombás.

Finalmente, ponen en evidencia la eficiencia de los sistemas ucranianos de inteligencia, los cuales pudieron planear el ataque al puente -sobre el que había supervisión estricta- con suficiente precisión para causar daños estructurales serios.

La respuesta de Putin fue de gran violencia. Respondió con un bombardeo masivo de misiles de largo alcance y drones sobre las 10 principales ciudades de Ucrania, incluyendo, desde luego, la capital, Kiev. Los objetivos no han sido solamente sitios estratégicos desde un punto de vista militar; también han alcanzado edificios de habitación familiar, escuelas y parques públicos. 

Estos hechos agravan la animadversión de Ucrania en contra de Rusia; despiertan la condena a nivel internacional; aceleran el envío de armas al gobierno de Zelenski; crean un clima de alta tensión en el que se profundiza el temor de que la espiral de violencia y el enfurecimiento de Putin desemboque en situaciones aún más disruptivas.

El segundo acontecimiento que merece una reflexión es lo que ocurre al interior de Rusia. El llamado para integrar una reserva de 300,000 combatientes que se sumarán a las tropas que se encuentran en Ucrania ha provocado enorme rechazo. Han huido al exterior miles de jóvenes rusos que no desean participar en una guerra que no les despierta patriotismo. Las filas de automóviles dirigiéndose a las fronteras, los boletos de avión agotados, los aeropuertos abarrotados de jóvenes pagando lo necesario para irse, aunque sea sin equipaje ha sido minuciosamente cubierto por los medios de comunicación internacionales.

Se advierten fisuras al interior de un régimen político que no obtiene ni credibilidad ni confianza. Esto último se manifiesta a diversos niveles. Si entre la población joven hay sentimientos de rechazo, en las filas de la alta oligarquía y medios militares rusos también hay descontento, pero por otros motivos. De una parte, hay quienes   opinan que es necesario un cambio de los mandos encargados de las acciones en Ucrania y su relevo por grupos de elite más eficientes. Por la otra, quienes opinan que el ejército no ha recibido los recursos suficientes ni en términos de capacitación ni de armamento más moderno.

Todo lo anterior lleva a la reflexión sobre la posibilidad de un rompimiento del sistema político ruso en su conjunto. Siendo una reflexión muy válida, dado lo cerrado de dicho sistema y lo poco que sabemos sobre los mecanismos que lo mueven, es arriesgado intentar cualquier predicción.  Lo que se coloca sobre la mesa son especulaciones sobre las posibles reacciones de Putin acorralado interna y externamente. El tema del uso de las armas nucleares aparece como la amenaza más seria y atemorizante.

El tercer acontecimiento tiene que ver con lo que ocurre en Estados Unidos, en particular las elecciones intermedias que se avecinan y su impacto sobre el futuro de la política exterior del país. No hay duda sobre la influencia que tiene Estados Unidos en el mundo desde prácticamente cualquier punto de vista que se le vea. En estos momentos interesa preguntarse ¿Qué cambia con las elecciones? ¿Cómo influirán sobre los acontecimientos mundiales?

El cambio más importante en las elecciones intermedias es la composición del Congreso. Los republicanos pueden obtener mayoría en las dos cámaras, en sólo una, o en ninguna; la moneda está en el aire.

 Desde el punto de vista de política exterior, mucho puede cambiar si el partido republicano obtiene mayoría en el Senado. No se pueden olvidar tres hechos: Trump se opuso al involucramiento de Estados Unidos en asuntos externos que suponían responsabilidades financieras; vio con enorme indiferencia y recelo los compromisos de Estados Unidos con la OTAN; tuvo simpatía hacia Putin. 

Especulando sobre la posibilidad que un triunfo en las elecciones intermedias fuera el preludio de un regreso de Trump a la presidencia en 2024, el Washington Post (10/10/2022) señala en un largo artículo dedicado a preguntarse con enorme inquietud qué cambiaría: “El liderazgo global de los Estados Unidos se acabaría para gran alegría de Putin”, nos dice.

En momentos de grandes desafíos para la geopolítica mundial, la incertidumbre domina toda reflexión sobre el futuro. La única opción abierta para evitar el catastrofismo es apoyar las acciones multilaterales a favor de la paz, aunque, por lo pronto, estas son puramente discursivas.


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